Bogotá, 9 de junio de 2025 – La conmoción nacional tras el atentado contra el senador y exalcalde de Bogotá, Miguel Uribe Turbay, ha generado una ola de reacciones que trascienden los partidos políticos y se extienden al mundo artístico y diplomático.
El presidente Gustavo Petro fue uno de los primeros en pronunciarse. Condenó enérgicamente el ataque, calificándolo como un “atentado a la democracia” y ordenó reforzar las medidas de seguridad para todas las figuras públicas, sin importar su filiación política. En un mensaje emotivo, recordó el asesinato de la madre del senador, la periodista Diana Turbay, escribiendo: “Matan al hijo y matan a la madre. Respeten la vida, esa es la línea roja.”



Desde la oposición, líderes políticos también expresaron su rechazo y pidieron bajar el tono de la confrontación pública. Diversos partidos, incluidos el Centro Democrático, la Alianza Verde y el Partido Liberal, hicieron llamados a detener la polarización que, según muchos, ha exacerbado un ambiente de riesgo para figuras públicas.
En el plano internacional, el canciller estadounidense Marco Rubio vinculó el atentado al “discurso violento de la izquierda latinoamericana”, afirmando que estos hechos son una consecuencia directa de la radicalización política. Mandatarios de países vecinos como Chile, Ecuador y Brasil también expresaron su solidaridad y urgieron a respetar el orden democrático colombiano.
El repudio no tardó en llegar desde el mundo del espectáculo. Artistas como Maluma, Juanes, Morat y Carlos Vives se pronunciaron con firmeza. Juanes expresó: “Ninguna diferencia justifica el horror. Colombia merece paz.” Mientras que Morat llamó a aprender del pasado: “No más violencia política. Ya lo vivimos, no repitamos la historia.”
Organizaciones de derechos humanos y medios internacionales como The Wall Street Journal y Associated Press han contextualizado el hecho dentro de una creciente preocupación por la seguridad de líderes políticos en América Latina. Se ha desplegado un equipo de más de 100 investigadores en coordinación con la Fiscalía General de la Nación para esclarecer los hechos.
El estado de salud de Miguel Uribe sigue siendo reservado, mientras Colombia entera permanece en vilo. Las manifestaciones de apoyo no cesan, y el llamado colectivo es claro: proteger la vida, restaurar la confianza institucional y evitar que la violencia vuelva a ser el lenguaje de la política.
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