El conflicto armado entre Israel e Irán sigue escalando en intensidad y costo humano. Según reportes oficiales y organizaciones no gubernamentales, el número de víctimas ya supera los 680 muertos y más de 2,000 heridos en ambas naciones. Mientras los misiles continúan cayendo, la posibilidad de alcanzar un acuerdo de paz parece cada vez más remota.

En Irán, al menos 657 personas han perdido la vida, entre ellas numerosos civiles alcanzados por bombardeos israelíes en zonas urbanas y centros estratégicos. En Israel, se han confirmado entre 24 y 32 muertos, tras múltiples ataques con misiles balísticos y drones lanzados por Irán contra ciudades como Tel Aviv, Haifa y Be’er Sheva. Organizaciones como Human Rights Watch y Médicos Sin Fronteras advierten que el número de heridos ya supera los 2,000 y crece hora tras hora.

En las últimas 24 horas, Israel intensificó su ofensiva con más de 60 ataques aéreos contra instalaciones militares y científicas iraníes. Irán respondió con la décimo séptima oleada de misiles, alcanzando áreas residenciales, hospitales y bases militares israelíes. La magnitud del fuego cruzado demuestra que ninguno de los bandos está dispuesto a retroceder.

En el plano diplomático, el panorama es sombrío. Israel insiste en continuar su operación militar hasta desmantelar totalmente la infraestructura ofensiva iraní. Irán, por su parte, condiciona cualquier negociación al cese inmediato de los ataques y a una “rendición de cuentas internacional” por parte de Israel.

Entretanto, la población civil sufre las consecuencias más devastadoras: hospitales colapsados, cortes eléctricos, desplazamientos forzados y escasez de suministros médicos en ambos territorios. Solo en Israel, más de 5,000 personas han sido evacuadas o desplazadas, mientras que en Irán los flujos migratorios internos se intensifican hacia zonas menos afectadas.

Los esfuerzos internacionales, liderados por Europa desde Ginebra, aún no logran resultados concretos. Naciones Unidas convocó una nueva sesión de emergencia, y Rusia advirtió que un ataque contra líderes del régimen iraní podría desatar una “caja de Pandora” con consecuencias regionales incalculables.

Por ahora, la guerra continúa sin señales de tregua, y el clamor por la paz queda ahogado entre explosiones, sirenas y funerales.