Texas, EE. UU. – 7 de julio de 2025. Una devastadora ola de inundaciones ha dejado al menos 83 personas muertas en el centro de Texas, en uno de los peores desastres naturales del estado desde el huracán Harvey en 2017. El número de víctimas sigue en aumento, mientras crecen las críticas contra el gobierno federal y estatal por fallas en los sistemas de alerta y recortes a los servicios meteorológicos.

El condado de Kerr, al noroeste de San Antonio, ha sido el más golpeado, con al menos 68 víctimas fatales tras el desbordamiento súbito del río Guadalupe. Entre los lugares afectados se encuentra el campamento cristiano Camp Mystic, donde se confirmó la muerte de 27 niñas y monitores. Otras muertes se han reportado en los condados de Travis, Williamson y Burnet, cercanos a Austin.

Las lluvias torrenciales comenzaron la noche del jueves, con una acumulación de hasta 18 centímetros en pocas horas. Aunque el Servicio Meteorológico Nacional emitió advertencias desde la tarde, las alertas más graves —nivel “Emergencia por inundación súbita”— fueron enviadas entre las 4:00 y 5:30 a. m., cuando muchos ya dormían o no recibieron los avisos a tiempo.

El desastre ha reavivado el debate sobre la capacidad de respuesta ante emergencias, especialmente en zonas rurales con cobertura móvil limitada. La situación se agrava por los recortes aplicados en febrero a la NOAA, agencia responsable de las alertas climáticas. Estos recortes, impulsados por la comisión federal DOGE dirigida por Elon Musk, provocaron la salida del 10 % del personal técnico, debilitando la preparación frente a eventos extremos.

El presidente Donald Trump aseguró que su administración actúa en coordinación con el gobernador Greg Abbott y que la ministra de Seguridad Interior, Kristi Noem, ya está en el terreno. Se han realizado más de 850 rescates, y se espera una visita presidencial a las zonas afectadas en los próximos días. Noem anunció además la activación de la FEMA, agencia que estuvo en riesgo de ser eliminada a inicios de año por la misma administración.

Mientras continúan las labores de búsqueda y rescate, la tragedia deja al descubierto no solo la fuerza de la naturaleza, sino también la fragilidad institucional ante el cambio climático y la urgencia de una política pública más eficaz y preventiva.